lunes, 13 de junio de 2011

Conocimiento, crecimiento


Hace casi 5 años, empezando con el proyecto cooperativo intentábamos aproximar un FODA, algún indicio que nos mostrara que ventajas teníamos y que necesitábamos para crecer. Entendiendo al crecimiento meramente como un crecimiento cooperativo, un progreso del grupo para satisfacer sus necesidades y una evolución personal de cada integrante de la cooperativa; no nos referimos nunca a un progreso excesivo y vertical, sino a ser dueños de los medios de producción que nos brindara “de forma justa lo necesario”.

 Hoy finalmente podemos comprender que cuando se evalúa un proyecto en cualquier ámbito estatal o empresarial, por más que se mencionen las palabras ventajas, fortalezas, debilidades, etc., el factor fundamental y crucial a evaluar, siempre es el económico: “¿Con cuánta plata cuentan?”. Hasta en los ámbitos que se hacen llamar “sociales” se piensa en las cuentas, que son necesarias, pero se piensa excesivamente en los números cuando hay otros ejes de igual o de mayor importancia.
 En los inicios, nuestra juventud e inexperiencia hicieron que creamos ciegamente en los valores internos, que quien sabe si fueron adquiridos en nuestra infancia o simplemente son valores lógicos del ser humano. Cooperación y solidaridad.

 Esa nube utópica de inocencia (que lamentablemente y morbosamente se pierde en la realidad individualista, donde el mundo no es de color rosa) nos motivó a llevar adelante el proyecto sin nada de plata ni materiales; nada de nada. Esa falta de experiencia (que lamentablemente se valora y se recuerda con anhelo cuando se trabaja en el “sector privado”) nos llevó a pensar que el eje principal de grupo además de ser los valores principales de una cooperativa, era fortalecer el conocimiento; que a partir del mismo podíamos avanzar y crecer, que lo económico finalmente se solucionaría y que la inversión terminaría siendo “lo de menos”.
 Pero claro!, es una locura pensarlo para muchos ahora ¿no? Porque como “se sabe” sin plata no se llega a ningún lado. El estado te ayuda, pero necesitas un capital inicial, sino no!. Si lográs algún tipo de ayuda debes estar en la lona, y en la actualidad para que te dé una mano tendrías que conocer algún puntero político u otro “contacto” que te agilice un subsidio.
 Sin embargo con poco y nada (porque con nada fuimos llegando a poco, de a poco) fortalecimos realmente el conocimiento a partir de ensuciarnos las manos. No sólo producimos biodiesel, sino que realmente nos preocupamos por la calidad del mismo.
 Porque otra vez, la escasa experiencia adquirida hasta el momento, de un modo extraño pero lógico nos decía que la calidad era importante: ¿Qué sentido tenía bajarle la calidad al combustible para gastar menos plata? Ninguno. Obviamente la gente con "experiencia" como hoy en día se la conoce, no respondería lo mismo.

 Pasaron ya 55 meses y seguimos creyendo que no estábamos tan locos, y nos replanteamos el concepto de la palabra “experiencia” tal como se la menciona hoy en día.
 Si bien la inocencia la fuimos perdiendo de reunión en reunión (de esas que al final todos se ponen las caretas e intercambian tarjetas), considero que creer en los valores cooperativos no es tener inocencia, es tener convicciones.

 Damos inicio a este blog, porque ahora, además de crecer como cooperativa llegó el momento de sociabilizar y compartir el conocimiento.

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